Por Juan Tomás Valenzuela
En la elección más convulsa
de los Estados Unidos,
a Trump, como aquí al ungido,
ya le hicieron su repulsa.
Aquella propuesta insulsa
que presentó ese patán,
con Biden y la madam
que este llevo como vice,
le marcaron directrices
de qué ya se acabó el can.
Al que fue el más grande error
desde la invención del plomo,
atento a Frank’Furia y romo,
lo echán por agitador.
Este penco transgresor
de los derechos humanos,
intentó, pero fue en vano,
prostituir el proceso,
pá seguir ruyendo el hueso
a los norteamericanos.
En un acto vergonzoso
los seguidores de Trump,
entraron sin ton ni son
a este lugar majestuoso,
y como facinerosos
asaltaron el local,
dispuestos a violentar
la ya herida democracia,
solo por hacerle gracia
a esta criatura del mal.
La estabilidad peligra
en un suelo democrático
por la culpa de un lunático
que agrede a todo el que inmigra.
Toda esta actitud denigra,
no solo al americano,
si no a todo ser humano
que tenga un palmo de frente
y un pensamiento decente,
disímil a este Arellano.
Por suerte que la cordura,
después de cinco ultimados,
ha llegado a este tarado
que ahora es quien pide mesura.
Le van a pasar factura,
a él y a sus seguidores,
porque la sarta de errores
que han venido cometiendo,
solo le augura un atuendo
de rayas a dos colores.
Juan de los Palotes
8 enero 2021